He venido hasta Eslavonia, la región más oriental de Croacia, para saldar una deuda conmigo mismo. No la contraje yo solo, la contrajimos todos los europeos. Yo he venido a pagar mi pedacito de culpa.
Dentro de tres días se cumple el 20 aniversario de la declaración de independencia de Croacia y Eslovenia, un hecho que como todo el mundo sabe provocó la ruptura de la antigua Yugoslavia y desencadenó la última Guerra de los Balcanes. Fue el 25 de junio de 1991.
La minoría serbia en Croacia se rebeló contra esa declaración y con ayuda del antiguo Ejercito Popular Yugoslavo (JNA) y los paramilitares chetniks serbios lanzaron un ataque contra las poblaciones más orientales de Eslavonia, situadas junto a la frontera que aquí forma el río Danubio, expulsando a punta de pistola a la mayoría croata. Pero cuando el 27 de agosto llegaron a las puertas de Vukovar, una ciudad de 42.000 habitantes, ésta resistió el ataque. Durante los tres siguientes meses el mundo asistió estupefacto (y sin mover un dedo) al asedio cruel y casi medieval de Vukovar, una ciudad en el corazón de Europa.
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